Siendo la Casa Vieira una obra de Álvaro Siza, podríamos dar
por hecho que la luz iba a jugar un papel muy importante en la construcción y
forma de la obra arquitectónica. Y no es para menos; desde el principio, viendo
simplemente la fachada, podemos observar una mezcla curiosa de ventanas de
diferentes tamaños y formas.
Influenciado por la cultura Portuguesa, Álvaro Siza, proyecta unas ventanas que en su mayoría parecen protegidas, tanto al encontrarse en la parte interior de la pared, como en muros torcidos.
Continuando con el clima de la zona, podemos ver como la casa de adapta a los cambios de temperatura del norte de Portugal, influenciados por la distancia del Atlántico. Para los meses fríos y lluviosos, entre noviembre y marzo, podemos observar el beneficio en la protección de los vanos y terrazas, que producen un muro contra el viento y la lluvia. Por otra parte, para los meses caluroso con medias de 30 grados, podemos observar una piscina, un techo verde y placas solares sobre él. Por no hablar del color blanco de las paredes que fomenta el efecto revote de los rayos del sol.
El interior, que desde fuera, pudiese parecer oscuro y
sombrío, se presenta luminoso y acogedor. Los tragaluces del techo sumados a
los ventanales que rodean las estancias, consiguen como es típico en Siza,
presentar un espacio que simula el exterior (A pesar de los pasillos estrechos,
producto de tener que trabajar sobre el comienzo de un sanatorio).
Los suelos se presentan de madera en orden a conseguir un
aspecto más acogedor en una casa compuesta por materiales blancos y fríos.
Además la madera es más cálida que los suelos de mármol, pensado para los fríos
inviernos, acompañando la idea de chimeneas. De esta manera, consigue la
dualidad entre día, grandes ventanales y noche, una cálida chimenea.